Rosa Mena Valenzuela

En este autorretrato realizado durante la década de los ochentas podemos observar el rostro blanco con sus ojos de mirada perdida y de diferente tamaño, que nos transmiten una sensación de duda, inseguridad o incertidumbre; pero a su vez esboza una ligera sonrisa que se extiende con un trazo hasta el extremo del rostro. Estos contrastes emocionales nos abren la puerta a múltiples capas de significados a los que la obra pudiera estar haciendo alusión.

Si además consideramos que en esa época el país se encontraba en plena guerra civil, la zozobra que pudiera proyectar el cuadro nos hace preguntarnos que tanto proyecta de cómo se sentían las personas en ese momento histórico y tan dolido de nuestro país.

Generalmente su obra aborda temas religiosos, relacionados a la historia del arte y la cotidianidad, por lo cual, encontrar obras que aborden, o puedan relacionarse, con problemáticas políticas y sociales son escasas.

Los cristos son un tema recurrente en la producción de Rosa Mena Valenzuela, pero éste en particular resulta interesante pues fué realizado el año de la muerte de Mons. Romero, y a diferencia de otros cuadros similares, en este hay un uso de colores oscuros, y la expresión del rostro y de los ojos que encontramos en la pintura reflejan seriedad e incluso dolor.

Vemos a un cristo que tiene dos rostros, como enmascarado, como si se está representando a alguien más. Y a su derecha una figura oscura y sin rostro que está tras él.

Las problemáticas sociales no son un tema común en la obra de Rosa Mena. Aquí nos encontramos con “Calles” de 1983. En ella se retrata una escena de calle que se vivió durante el conflicto armado. Podemos identificar una figura más reconocible que está uniformada y usa un casco, rodeadas de figuras que parecen estarle huyendo aceleradamente y otras hasta atrás que les miran. Les rodean manchas difuminadas de colores rojos y amarillos intensos, que pudieran interpretarse como una bomba de gas lacrimógeno.

El conflicto armado de esos años es interpretado y representado de forma más poética pero no menos trágica a través de la obra “La guerra es fuego oscuro”.

En la mayor parte de la pintura observamos tonos oscuros y figuras delineadas de negro donde se alcansa a ver una especie de boina y lo que parece un uniforme militar. También encontramos cruces que pudieran estar haciendo referencia a la muerte y algunos rostos como manchas que se funden entre si, además un rostro que recuerda a una calavera con ojos y dientes blancos.

Al centro vemos un rostro de tonos claros con halo, tratando de iluminar dicha oscuridad. La claridad y luz se encuentra solo en la parte superior del cuadro, con muchas referencias al cristianismo (el rostro y las cruces), que de alguna manera esperamos que puedan iluminar toda esa oscuridad.

De representar una escena literal (Calles), se abstrae e interpreta la situación en “La guerra es fuego oscuro” y en este sentido la pieza “teatro inverosímil” podría considerarse como una interpretación donde la realidad, se transforma en un teatro, en algo que no se puede creer o aceptar como realidad, por que es inverosímil, como algunos de los violentos hechos de la guerra.
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Y a pesar de que la referencia al conflicto no es literal, la abstracción de los hechos y la representación de manera más poética y sutil podría ser una posibilidad de interpretación del dia a dia que se vivian durante la guerra, ya que cuando pensamos en violencia de guerra pensamos en batallas, bombardeos y matanzas, pero que de los actos de violencia cotidiana?
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Observamos los tonos oscuros de la obra, la figura femenina del fondo con gesto de desagrado, los tétricos payasos con miradas intimidantes y gestos serios, uno claramente vestido de verde, como el militar en la obra anterior y el otro con enormes ojos oscuros que encara al espectador; toda la escena propicia una sensación de agresividad.

En ésta selección de obras nos encontramos con el color verde grisáceo, lo cual es interesante pues mientras más nos adentramos en la época de guerra mas relevancia toma.

En la obra “Pesadilla”, nos muestra una situación que se presenta como irreal pero que tiene la capacidad de provocar emociones fuertes como la angustia. En ella una mujer con el maquillaje de los ojos corrido, quizás como si hubiera llorado, levanta su cabeza con gesto incómodo y parece girarse y recoger el brazo como protegiéndose o alejándose de lo que está después de las cortinas. A la derecha de la mujer unas líneas blancas, quizás un rostro, y del medio de estas, se asoma un círculo blanco, quizás una cabeza sin rostro y bajo ésta un brazo que parece abrir las cortinas ligeramente. Desde la esquina inferior un rostro masculino dirige su cabeza hacia la figura femenina y todas estas figuras rodean a la mujer como si se acercaran y la acorralaran en una parte oscura de la escena, donde la luz parece venir desde abajo y enfatiza lo tétrico de la escena.
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Vemos a una persona siendo acechada y a punto de ser atacada. La escena transmite impotencia, agresividad, zozobra, miedo e incertidumbre.

Algunas de las obras anteriores no hacen una referencia directas a la guerra pero si, a situaciones y emociones fuertes entre colores verdes grisáceos, cada vez más oscuros e iluminaciones que poco a poco son más dramáticas, como posibles sugerencia a la situación del país.
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Estas sugerencias las podemos reconocer también en “visión romántica” realizada en 1992, año en que se firman los acuerdos de paz, y se da el fin del conflicto armado entre militares y la guerrilla.
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Rosa Mena nos presenta una escena luminosa, donde las dos figuras centrales parecen abrazarse rodeados por ángeles, proyectando una sensación de seguridad y paz, casi como una bendición a dicho abrazo.
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La producción de Rosa Mena más bien se enfoca en recobrar la esperanza, y escasamente aborda problemáticas sociales, pero este recorrido ofrece una perspectiva de cómo el contexto y la época en la que vivió influyó en su obra, lo cual es una particularidad en su producción.